Carta de San Pablo a los Efesios 3

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Por tanto, así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres sean dóciles a sus maridos en todo.

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Veamos dócil en el Larousse: - Fácil de dirigir, obediente.


Encontré que en el antiguo testamento a las mujeres se les exhorta a ser sumisas o dóciles a sus maridos haciendo referencia a que estaban obligadas a prestar culto sólo a los dioses venerados por el marido. En el nuevo testamento cambia el significado a que la mujer tiene el deber de influir sobre el marido ganándolo para la fe con su conducta.

San Pablo se refiere a la relación Cristo-Iglesia. Dado que Pablo concibe al marido cristiano como el puente entre dios y la mujer. El hombre está llamado a ser el principio vital y de salvación para toda su familia y esta misión primaria y como vicaria de cristo se funda su autoridad y el respeto que le debe a su mujer. Así lo entendía Pablo, el papel del marido. Lo que no impide que en realidad, muchas veces no sea él quien salva sino el salvado por la mujer.

Como dije en el post anterior, para el apóstol, la jerarquía del hogar es una necesidad y la dirección correspondía siempre al marido que según la concepción de la época se partía del hecho de que la mujer es el “vaso débil”, necesitada de protección y a la que debía ahorrarse las preocupaciones de la vida pública. Aunque pensándolo bien cuántas mujeres nos quejamos de que el hombre no tiene decisión...creo que demasiadas :p y cuántos hombres no dicen a sus parejas, de saber que te ibas a poner así mejor no te digo nada :/

En la página del Vaticano se nos dice que el marido es el jefe de la familia y cabeza de la mujer, la cual, sin embargo, puesto que es carne de su carne y hueso de sus huesos, debe someterse y obedecer al marido, no a modo de esclava, sino de compañera; esto es, que a la obediencia prestada no le falten ni la honestidad ni la dignidad.

Confirma San Jerónimo diciendo: “entre nosotros, lo que no es lícito a las mujeres, justamente tampoco es lícito a los maridos, y una misma obligación es de igual condición para los dos; consolidados de una manera estable esos mismos derechos por la correspondencia en el amor y por la reciprocidad de los deberes; asegurada y reivindicada la dignidad de la mujer.”

Un padre dijo concluyó: A algunas mujeres que luchan por su liberación, no les gusta esta palabra del Apóstol, sobre todo eso de ser dóciles a sus maridos en todo... Les parece que esto es esclavizarse, cosa que obviamente es injusta. No advierten que a los maridos les exige mucho más: entregar la vida por su esposa, a ejemplo de Cristo, quien amó a su Iglesia y se entregó por ella. Esto implica renunciar a sí mismos, para hacer feliz a su esposa, para hacerla crecer en todo, también en lo espiritual, para que sea toda resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada. Si las esposas y los maridos fueran discípulos auténticos de Jesús y vivieran conforme a lo que dice San Pablo, todo cambiaría en los matrimonios.

Siendo realistas las mujeres siempre somos dóciles en una relación, creo que si el hombre cumple con su papel, el ser dóciles no será un pesar ni una obligación sino más bien una muestra de amor y gratitud.

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Así los maridos deben amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie jamás ha odiado a su propio cuerpo, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa. Este es un gran misterio; y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.

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