Cuenta una leyenda que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a LA MUJER, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenía más de qué disponer. Ante este dilema y después de profunda meditación, hizo esto:
- Tomó la redondez de la luna,
- Las suaves curvas de las olas,
- La tierna adhesión de la enredadera,
- El trémulo movimiento de las hojas,
- La esbeltez de la palmera,
- El tinte delicado de las flores,
- La amorosa mirada del ciervo,
- La alegría del rayo del sol,
- Las gotas del llanto de las nubes,
- La inconstancia del viento,
- La fidelidad del perro,
- La timidez de la tórtola,
- La vanidad del pavo real,
- La suavidad de la pluma del cisne,
- La dureza del diamante,
- La destreza de la paloma,
- La crueldad del tigre,
- El ardor del fuego
- La frialdad de la nieve.
Mezcló tan desiguales ingredientes, formó a LA MUJER
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